La fecundación in vitro, conocida popularmente como FIV, es uno de los tratamientos de fertilidad más eficaces y se utiliza en todo el mundo desde hace más de 40 años. El procedimiento consiste en la extracción de óvulos, su fecundación en el laboratorio y la posterior transferencia del embrión al útero. A lo largo de los años, la tecnología de la FIV se ha mejorado y complementado con técnicas como la ICSI, la IMSI, la PICSI, la eclosión de embriones y el diagnóstico genético preimplantacional, lo que ha aumentado considerablemente el éxito del procedimiento, incluso en casos clínicos complejos.

Eso sí, a pesar de la eficacia y seguridad demostradas de la FIV, se han creado muchos mitos en torno a ella. Estas ideas erróneas pueden impedir que muchas parejas se beneficien de este método. En este artículo, examinaremos los mitos más comunes y los disiparemos basándonos en pruebas científicas.
Mito 1: La FIV es perjudicial para la salud de la mujer
En primer lugar, es una creencia común que la fecundación in vitro agota la reserva de óvulos y aumenta el riesgo de cáncer. Sin embargo, las investigaciones publicadas en Human Reproduction no apoyan una relación entre la FIV y el cáncer. Los médicos seleccionan un esquema individual de estimulación de la ovulación y controlan cuidadosamente el estado de la paciente, minimizando los posibles riesgos asociados a esta técnica
En cuanto a la reserva ovárica, este mito tampoco tiene base científica alguna. En un ciclo natural, el organismo sólo utiliza un óvulo, mientras que el resto sufre el proceso natural de atresia. Por ello, la FIV permite utilizar más óvulos, pero no agota la reserva que dispone la mujer.
Mito 2: Los niños nacidos tras una FIV sufren retrasos en su desarrollo
Los estudios científicos confirman que los niños concebidos mediante fecundación in vitro no son inferiores a sus coetáneos en desarrollo físico y mental. Según Fertility and Sterility, los indicadores de salud de esos niños son similares a los de los concebidos de forma natural.
De la misma manera, el diagnóstico genético preimplantacional o DGP puede detectar y descartar anomalías genéticas, lo que aumenta la probabilidad de tener un bebé sano. De esta manera, se puede llegar incluso a determinar que la FIV es en ocasiones más precisa que la forma natural.
Mito 3: La FIV es un procedimiento doloroso
Aunque la fecundación in vitro implica varios pasos, el procedimiento no va acompañado de un dolor significativo. De esta forma, se desmiente un mito bastante común que habla de que se trata de un proceso extremadamente doloroso. En este contexto, el proceso de la fecundación in vitro es el siguiente:
- Las inyecciones para estimular la ovulación se toleran igual que las inyecciones normales, es decir, no son más dolorosas que una inyección tradicional.
- La punción folicular se realiza bajo anestesia y es indolora, por lo que no se sufre ningún daño.
- La transferencia del embrión al útero es indolora y no requiere anestesia, siendo la parte del proceso que muchas personas creen que es dolorosa.
Mito 4: Después de la FIV siempre nacen gemelos
Los protocolos modernos de FIV implican la transferencia de uno o dos embriones, lo que reduce la probabilidad de embarazos múltiples. En caso necesario, es posible reducir el segundo embrión, pero esto se decide individualmente. De esta forma, el mito de que con la fecundación in vitro siempre hay embarazos múltiples se desmiente.
Mito 5: Después de la FIV, la cesárea es obligatoria
El método de parto lo determina individualmente el médico. Por tanto, si no hay contraindicaciones, la mujer puede dar a luz de forma natural. En este sentido, una verdad absoluta que promulgan muchos de que la cesárea es obligatoria tras la fecundación in vitro es mentira.
FIV con material de donante

En el contexto de la fecundación in vitro, para las mujeres con baja reserva ovárica o falta de óvulos propios, es posible la FIV con óvulos de donante. Las donantes se someten a un examen médico y sus óvulos se utilizan para la fecundación y la posterior transferencia del embrión al útero de la receptora. De esta forma, se consigue una mayor probabilidad de que se produzca el embarazo.
Si ambos miembros de la pareja tienen graves problemas de fertilidad, se recurre a la FIV con doble donante, en la que se utilizan tanto óvulos como esperma de donante. Este método es una forma fiable de lograr el embarazo para las parejas que no pueden utilizar su propio material biológico o que tienen grandes dificultades para completar el embarazo.