El ictus es una de las principales causas de discapacidad adquirida en adultos, y sus secuelas pueden afectar tanto la movilidad como la capacidad de comunicación. Cuando un accidente cerebrovascular daña áreas del cerebro responsables del lenguaje, la persona puede experimentar dificultades para hablar, comprender, leer o escribir. Esta condición, conocida como afasia, varía en gravedad y características según la localización y extensión de la lesión. Además de la afasia, pueden aparecer otros trastornos como disartria (problemas de articulación) o dificultades de voz.

La pérdida o alteración del lenguaje tras un ictus tiene un profundo impacto en la vida de la persona afectada y su entorno. La comunicación es esencial para expresar necesidades, mantener relaciones sociales y participar en la vida cotidiana. No poder hablar con claridad o comprender a los demás genera frustración, ansiedad e incluso aislamiento social. Por eso, la recuperación del habla se convierte en uno de los objetivos prioritarios en la rehabilitación postictus, junto con la recuperación motora y cognitiva.

En este contexto, un logopeda desempeña un papel central, como los profesionales de Logo y Más, con su equipo logopeda adultos Zaragoza. Un profesional está especializado en la evaluación y el tratamiento de los trastornos del lenguaje y la comunicación. Su intervención busca no solo recuperar habilidades perdidas, sino también enseñar estrategias para compensar las dificultades, mejorar la calidad de vida y devolver a la persona la confianza para comunicarse.

¿Cómo afecta un ictus al lenguaje y la comunicación?

El ictus puede provocar distintos tipos de alteraciones del lenguaje y la comunicación, dependiendo de la zona cerebral afectada. La más conocida es la afasia, un trastorno que implica la pérdida o alteración de la capacidad de producir o comprender el lenguaje. Existen distintos tipos de afasia, como la afasia de Broca que se caracteriza por un habla lenta y con esfuerzo o la afasia de Wernicke que implica una producción fluida pero con dificultades para mantener el sentido o comprender lo que se escucha.

Además de la afasia, el ictus puede causar disartria, que es una dificultad para articular los sonidos del habla debido a debilidad o falta de coordinación en los músculos implicados. Las personas con disartria pueden sonar “arrastradas”, con voz monótona o poco clara, aunque su lenguaje interior y su comprensión permanezcan intactos. Otro problema frecuente es la apraxia del habla, donde se pierde la capacidad de planificar los movimientos necesarios para hablar, a pesar de que los músculos estén sanos.

Estos trastornos no solo dificultan la comunicación funcional, sino que también tienen un impacto emocional significativo. Muchas personas se sienten frustradas o avergonzadas al no poder expresarse como antes, lo que puede llevar a retraimiento social o depresión. Por ello, comprender la naturaleza de estas dificultades es esencial para diseñar un plan de intervención personalizado, que no solo trabaje los aspectos lingüísticos o motores del habla, sino también el bienestar emocional del paciente y su participación en la vida cotidiana.

Evaluación logopédica tras un ictus

El trabajo del logopeda con una persona que ha sufrido un ictus comienza con una evaluación exhaustiva y personalizada. Esta valoración inicial es clave para identificar qué aspectos del lenguaje y la comunicación se han visto afectados, así como para establecer objetivos realistas y diseñar un plan adaptado a cada caso. La evaluación puede incluir entrevistas con el paciente y su familia, observación directa, y pruebas estandarizadas para medir la comprensión, la expresión oral, la lectura, la escritura y la articulación.

El logopeda también analiza la capacidad funcional del paciente para comunicarse en su entorno diario. Esto implica preguntar sobre situaciones específicas en las que se siente bloqueado, analizar su fluidez conversacional y evaluar cómo maneja estrategias no verbales como gestos o dibujos. La implicación de la familia es especialmente importante en esta etapa, ya que pueden ofrecer información sobre cambios en la comunicación y ayudar a definir prioridades terapéuticas que sean realmente significativas para el día a día del paciente. Además de los aspectos puramente lingüísticos, la evaluación logopédica tras un ictus considera otros factores, como la memoria, la atención o la motivación, que pueden influir en la recuperación.

Intervención logopédica

La intervención logopédica tras un ictus se centra en recuperar, reforzar y optimizar las habilidades comunicativas del paciente. El logopeda diseña sesiones personalizadas que combinan ejercicios específicos de lenguaje y habla con actividades funcionales que reflejen las necesidades reales del día a día. Por ejemplo, se pueden practicar repeticiones de palabras o frases, ejercicios de denominación de objetos, comprensión de instrucciones, o simulaciones de conversaciones cotidianas para fomentar la fluidez y la confianza.

En casos de disartria, el trabajo se orienta a mejorar la articulación, la respiración y la coordinación de los músculos del habla. Para ello se aplican ejercicios motores orofaciales, técnicas de ritmo o entonación, y estrategias para hablar más despacio y claramente. Cuando la afasia es severa y la recuperación del lenguaje oral es limitada, el logopeda enseña sistemas alternativos o aumentativos de comunicación, como gestos, dibujos o dispositivos electrónicos, para mantener la capacidad de expresarse y participar en la vida social.

Un componente importante de la intervención logopédica es el apoyo emocional y la educación tanto del paciente como de su familia. El logopeda enseña estrategias de comunicación efectiva para reducir la frustración y mejorar la interacción diaria. También fomenta la práctica en casa y la implicación de los seres queridos como parte activa del proceso terapéutico. El objetivo final no es solo recuperar palabras, sino devolver al paciente la capacidad de comunicarse, reforzar su autoestima y permitirle reconectar con su entorno y sus seres queridos.

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